HISTORIAS DE LUCHA OBRERA


Amenazas de un loco


A Marcos se la suda todo, "qué es lo peor que me pueden hacer, ¿echarme?" solía decir.


Fue llamado al despacho del jefe para sancionarlo de empleo y sueldo un mes por faltarle a un supervisor. Allí estaba el jefe y sus "paladines" cómo el les llama: miembros vendeobreros del Comité de Empresa (de CCOO), un jefecillo de servicio, y un supervisor. Anunciada la sanción se marchó sin decir palabra. Pero Marcos no se iba a ir tan alegremente, esperó fuera tras una columna, medio escondido tras un extintor, y esperó a que el resto de paladines abandonaran la oficina. No habían moscas en la mierda, así que entró raudo y veloz a la oficina. La conversación fue más o menos así:


— Marcos, ¿que quieres?

— ¿Tu me vas a sancionar a mi?, me parece que no.

— Me estás faltando el respeto y...

— ¡ Y qué !, ¿me vas a echar?, pues échame, venga, échame si tienes cojones, venga, échame. Eres un mierda y no me das ningún miedo, con tu sanción le limpio el culo a tu padre. Échame, porque así tendré dos años para hacerte la vida imposible, porque yo estoy muy loco, y a quien van a echar va a ser a ti. Yo me iré a currar de reponedor a un caprabo, que me van a pagar la misma mierda que aquí, pero a ver a dónde vas a ir tu a cobrar los 4 mil Euros que te llevas cada mes cuando salgas de aquí con el rabo entre las piernas y tu reputación pisoteada, mamarracho.


Aquel jefe altanero, vacilón y chulopiscinas se había convertido en una cosita pequeña empotrada en su cómodo sillón.

Tras un incómodo silencio, Marcos abandonó la oficina, tirándole por el camino todos los papeles que tenía encima de la enorme mesa.


No se volvió a saber nada más de la sanción. Marcos acudió puntualmente a su trabajo cada día y cobrando su nómina íntegramente.



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