CUENTOS INFANTILES


► EL NIÑO Y LAS MANDARINAS


Érase una vez un niño que tenía mucha hambre. Iba caminando por la calle y pasó junto a un árbol que estaba lleno de mandarinas.

El niño saltó pero las mandarinas estaban muy altas y no llegaba. Intentó subirse por el tronco del árbol pero resbalaba y tampoco pudo tomar ninguna mandarina.

EL niño estaba muy triste y empezó a llorar:


- Meeeeee, meeeeeeee, tengo hambre y no llego a las mandarinas, meeeeeeee.


Un pajarito que pasaba cerca le escuchó y bajó a ver qué ocurría.


- Hola niño, ¿por qué lloras?.

- Porque tengo mucha hambre y no llego a las mandarinas que están en las ramas del árbol.

- No te preocupes, que yo te ayudaré.


El niño se puso muy contento. El pajarito cogió al niño y empezó a mover las alas, pero no pudo levantarlo, porque el niño pesaba mucho.

El pajarito se marchó volando y al cabo de una rato regresó con muchos amigos suyos. El niño se puso muy contento. Cogieron al niño y lo intentaron subir, y consiguieron levantarlo un poco, pero no era suficiente. El niño empezó en llorar de nuevo.


- Meeeee, nunca podré coger las mandarinas, meeeee...


El pajarito tuvo una idea.


- Ahora vengo, voy a buscar a mi primo, el de Zumosol.


Y se fue volando. Al cabo de un rato regresó con su primo, que era un pájaro muuuuuuuy grande.


Todos los pajaritos y el pájaro cogieron al niño, y ahora sí, lo consiguieron subir al árbol.


El niño se puso muy contento y empezó a coger mandarinas.


Cogió una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve y veinte mandarinas.


Los pajaritos bajaron al niño y, como estaba muy agradecido, dio una mandarina en cada pajarito, y dos en el pájaro porque era mayor.

Los pajaritos se pusieron muy contentos, porque a los pájaros les gustan mucho las mandarinas, y todos juntos, niño y pájaros, se las comieron debajo del árbol.


El niño se comió las mandarinas que le quedaban y como ya era muy tarde, se marchó a su casa con la barriga bien llena, se lavó los dientes, hizo un pipi y se fue a dormir, y soñó con sus nuevos amigos, los pajaritos.


Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.



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