RELATOS PARA NO DORMIR


LA SOMBRA DEL MAL


-1-


Eran las nueve de la noche y se le hacía tarde. Siempre que se ponía delante del ordenador perdía la noción del tiempo. Lo que a él le parecían 30 minutos en su mundo de silicio eran tres horas en la vida real. “Joder, es que siempre me pasa igual. Y aun tengo que recoger la mesa y vestirme”. Le daba mucha rabia tener que ir de culo por culpa de "la estancia azul" como Santi llamaba a la habitación del ordenador, donde el tiempo pasa más lento.


Santi era el típico chico bonachón, siempre dispuesto a ayudar a sus vecinos, aunque a la abuela del tercero no le caía nada bien


— A mi no me engañas, ocultas algo malo en tu interior y lo sabes— y cerraba de un portazo.


Santi era un ser solitario, muy casero, de aspecto descuidado, gordo, pelo largo y grasiento, barba larga y desaliñada y un sudor peremne. No se le conocía novia ni familiares cercanos, y debido a su timidez pero también gracias a su carácter afable, solo tenía algunos amigos.

Después de recoger los platos y dejarlos en el fregadero, junto con los platos de los últimos 2 días y vestirse con lo primero que se encontró tirado por la habitación, cogió el casco de la moto y se lanzó escaleras abajo a toda prisa. Vivía en un ático en un 5º piso sin ascensor. Era el único ejercicio que hacía, lo que explicaba sus casi 120 kilos de peso a sus 34 años.

En las estrechas escaleras se cruzó con la vecina de abajo, Danays, una mulata de origen cubano, y su hija de 9 años: "Joder, cuando más prisa tiene uno...". Se tuvo que esperar a que ambas subieran. Danays no era nada agraciada, pero su hija era muy guapa, no entendía como podía ser hija de ese adefesio. La niña era muy alegre y extrovertida y siempre le dedicaba su mejor sonrisa a Santi y un alegre "hola". A Santi le caía muy bien esa entrañable niña, pero la niña crecía y ya empezaba a desarrollarse. Santi se la quedaba mirando y últimamente notaba cierto cosquilleo en su miembro. "Coño Santi, que es una niña" se repetía a si mismo, "cuando sea mayor se va a llevar a los tíos de calle".

Tenía que estar a las nueve y media en la otra punta de la ciudad, a recoger a su amiga Cris, que trabajaba en una tienda de cómics.



-2-


Una tarde hace ya casi tres años Santi estaba buscando el número 3 del cómic del superhéroe Spawn, que era el único que le faltaba y no encontraba por ningún lado, cuando se le acercó la dependienta.


— ¿Puedo ayudarte?

— No, ehhhh... digo sí, bueno, el caso es que.... ehhhhh.... es que...— Santi se ponía muy nervioso delante de las chicas, y más si eran tan guapas como aquella dependienta. Lejos de ponerse borde con aquel friki, se prestó a ayudarle, ella ya sabía cómo eran aquellos chicos.

— Ah, spawn, buen cómic, es uno de mis favoritos, ¿buscas algún número en especial?

— S s... si, el 3

— Anda, tú, y aquel, y hasta yo, jajaja. Pues no lo tenemos, cuesta mucho de encontrar.

— Ya, bueno pues nada, adiós.


Cristina, la dependienta, era una salvadora de almas en pena que se había erigido en salvadora de los débiles. Le apenaba que la gente lo pasara mal y siempre acababa metida en líos por ayudar a los demás. La cara que debió poner Santi debió conmover a Cristina.


— Mira, no te prometo nada, pero pásate el viernes a ver si puedo encontrarte el cómic. Pregunta por mí si no me ves, me llamo Cris.

— Gra... gracias Cris, yo soy Sa... Santi. Llevo años buscándolo, si... si me lo consigues te … te invito a cenar— de repente se puso rojo, tanto que parecía que iba a explotar.

— jajaja, hecho.


¿Pero como podía haber dicho eso? ¡Si le costaba hasta hablar con su compañera de curro lesbiana que conocía desde hacía 4 años! ¿Cómo iba a invitar a cenar a una chica como aquella? Se vio tan apurado que se marchó raudo y veloz, tirando varias cosas a su paso y sin ni siquiera despedirse. "No pienso volver a esa tienda" pensaba Santi, avergonzado.

Se marchó a su casa muy inquieto, no paraba de pensar en lo sucedido y en Cris. ¿Pero porqué no puedo mantener una conversación normal con una mujer? Cuando llegó a casa se sentó al ordenador. Ya se habían descargado 4 de las 7 películas que se estaba bajando del eMule. Sin pensarlo abrió la carpeta encriptada del porno y empezó a visualizar varias imágenes. Tenía miles de fotos de chicas repartidas en “colecciones”: con grandes tetas, asiáticas, embarazadas, negras, hardcore, y las que más le gustaban con diferencia, las teen, es decir, jovencitas que escasamente rondan la mayoría de edad, incluso tenía sus dudas de si algunas de las fotos eran de menores, lo que lo incomodaba no por el hecho de ser menores, lo que aún le ponía más cachondo, sino porque no quería que un día se presentaran en su casa los de delitos informáticos acusándolo de pederasta. Entonces se acordaba de la hija de Danays y se ponía cachondo "esa enana está echando culo y le están saliendo tetas". Empezó a notar esa sensación en su miembro.


El solo hecho de abrir la carpeta le provocó una erección, que llegó a su extremo al acabar de ver las fotos nuevas que se descargó de internet. Luego seleccionó un vídeo para masturbarse, pero él sólo podía pensar en Cris. Recordó cuando oyó su voz de Ángel y levantó la mirada y vio a una chica cosplay anime preciosa, con unos ojazos color miel enormes y una boquita de piñón de labios carnosos. Vestía un traje de algún personaje manga que Santi no conocía, con unas medias blancas hasta las rodillas ceñidas a unas piernas bien torneadas, y un vestidito que tapaba a duras penas lo justo, lo que evidenciaba una figura escultural, unas caderas de infarto seguidas por una cinturita de avispa que tan cachondo ponían a Santi, y que cuando se agachaba insinuaba un culazo tremendo. Para poner la guinda al pastel, el vestido acababa en un escote que no dejaba nada a la imaginación, mostrando una estupenda talla 95 copa C (en eso Santi nunca fallaba).

No podía quitarse esa visión de la mente y empezó a imaginarse que los protagonistas del vídeo porno que estaba en marcha eran ellos. Agarró su miembro con la mano llena de crema y empezó a masturbarse como nunca lo había hecho, coincidiendo la eyaculación con un primer plano de los pechos de la actriz moviéndose al son de la penetración del actor, corriéndose en el monitor de 40" como si lo hubiera hecho en los pechos de Cris. Pero al momento se sintió culpable, sucio. Aquella chica tan amable no se merecía aquello. Quitó el vídeo y lo borró, para cerrar luego la carpeta del porno.



-3-


— Llegas tarde, ¿otra vez la estancia azul?

— Si, es que yo no se que pasa, que miro el reloj y queda una hora, a los 20 minutos lo vuelvo a mirar y ha pasado hora y media y....

— Ahhhhyyyy mi bolita de arroz, que despistado eres. ¿Te vienes al Ranma a tomar algo?— El Ranma era un bar musical ambientado al estilo anime. Santi no era de bares y menos de manga, y se le hacía un mundo tener que meterse en un antro como aquel, pero haría lo que fuese por estar todo el rato posible con Cris. Era su amor platónico y aunque Cris sospechaba que le gustaba nunca habían sacado el tema, se habían limitado a ser amigos.


Cuando llegaron al Ranma, Cris vio a Luar, el imbécil por el que perdía el Norte. Era el típico guaperas con aire misterioso que hacía que todas las chicas chorrearan al verlo. "No se qué le ve a este estúpido engreído. Ella se merece algo mejor. ¿No te das cuenta, Cris, de que pasa de ti, de que sólo le interesa darse un revolcón contigo como hace con todas?" Santi se moría de envidia.


— Oye Cris, que yo me voy.

— ¿Ya?, pero si acabamos de llegar...

— Ya, pero es que hoy no me apetece perder el tiempo aquí (y menos con el imbécil de Luar mirándote como un lobo). Además mañana tengo intención de levantarme pronto y arreglar un poco la leonera en la que se ha convertido mi casa.

— Ohhhhh mi bolita de arroz, pues a mi me apetece quedarme.

— Bueno, tranqui, ya hablamos mañana.

— Valeeeee...— y eso fue todo, no insistió en que se quedara, no se fue con él, ni se giró cuando él arrancó la moto para irse, sólo tenía ojos para Luar.


Se marchó a casa con un ataque de celos tan brutal que casi se estrella con la moto. "A quien quiero engañar, cualquiera querría un revolcón con Cris, incluído yo mismo, pero conmigo nunca sucederá, he de dejar de engañarme, siempre seré su amigo, su bolita de arroz, nada más"

Llegó a casa y se sentó delante del ordenador, abrió una foto de Cris donde estaba especialmente sensual y se masturbó, como cada noche y después lloró, como cada noche. Se comió las sobras de la cena y se fue a dormir.



-4-


Le despertó el móvil. Con los ojos aun pegados miró la hora, las 4:13 de la madrugada, ¿Pero quien coño llama a estas horas? Cogió el móvil y vio que era Cris, lo cogió enseguida.


— Cris, ¿estás bien?— al otro lado se oían sollozos y una vocecilla débil.

— No

— Cris, ¿que ha pasado, donde estás?

— No estoy bien, ¿puedes venir a casa, por favor? No sabía a quien llamar y...

— En diez minutos estoy allí, tranquilízate— se levantó de un salto, se puso un chándal, cogió el casco y bajó por las escaleras bajando los escalones de tres en tres. Se subió a la moto y en diez minutos estaba en su casa.


Cuando Cris abrió la puerta la visión que tuvo Santi le heló el corazón. Era evidente que la habían agredido. Tenía un ojo morado, sangraba por la comisura derecha de la boca y le caía un hillo de sangre por la nariz. Su ropa estaba hecha jirones y en sus brazos se marcaban unos dedos que la debieron agarrar con fuerza.

— ¿Pero que ha pasado, que te han hecho?— Cris temblaba y no paraba de llorar. Se sentaron en el sofá y ella se abrazó a Santi, se sentía protegida por aquel grandullón bonachón. A pesar de la situación tan delicada Santi no pudo reprimir el conocido picor en su miembro.

— Cuéntame que ha pasado, ¿quien te ha hecho esto, has puesto denuncia?— intentaba mantener su mente centrada en la gravedad del asunto, pero le costaba mucho, nunca había estado en contacto tan directo con Cris. "Vamos Santi, no seas cabrón joder, es Cris, ¡te necesita!"

— Estaba en el Ranma, con Luar, hemos estado hablando y una cosa a llevado a la otra y luego hemos ido al parque de al lado y hemos.... bueno ya sabes...

— Ya se, no hace falta que me des detalles.

— Ha empezado a meterme mano y yo al principio me dejaba pero él quería más, me ha bajado los pantalones y yo he querido negarme— empezó una crisis de lloros. Santi le ofreció un pañuelo para que se limpiara las lágrimas y los mocos.

— Le dije que no, me cogió muy fuerte y aunque le dije que me hacía daño él apretó más aun— los sollozos se iban sucediendo —lo aparté de un empujón, entonces me dio una bofetada. Me quedé paralizada y él aprovechó para ponerme de espaldas e intentó violarme. Pude zafarme y entonces me dio un puñetazo en la cara diciéndome que ninguna zorra le había rechazado antes. Caí al suelo y empecé a marearme. Debió asustarse porque lo vi huir antes de perder del todo el conocimiento. Cuando volví en sí, me levanté como pude y vine a casa. No sabía a quien acudir, estaba muy asustada y sólo se me ocurrió llamarte a ti, lo siento Santi, lo siento....

— Tranquila, shhhhhh.... tranquila— Ella se acurrucó en el regazo de Santi.

— Gracias por todo, eres un buen amigo.


"No Santi, ahora no, no trempes joder" se repetía a si mismo. Notaba el calor del cuerpo de Cris y el aroma de su perfume y se volvía loco. Sentía sus senos contra su barriga y los muslos de ella contra los suyos y era consciente de la inminente erección. Ella la notó y dejó de sollozar, apartándose de él.


— Lo... lo... siento, yo n... no pretendía....

— Ehm, bueno, no pasa nada. Ya me siento un poco mejor, gracias por haber venido Santi, vete tranquilo a descansar, ya mañana hablamos...

— No Cris, mira, quiero decirte algo que hace tiempo que...

— No Santi, hoy no, vete por favor.

— Es que no me entiendes, quiero que sepas que yo te...

— Santi, he dicho que te vayas, por favor.

— Cris, NO me entiendes, ¡te quiero!— la cogió por los brazos y ella empezó a revivir de nuevo la pesadilla. Para entonces la erección de Santi era evidente. Empezó a mirarle las tetas. Cris se había puesto una camisetita dos tallas más pequeña tan dada de si que tal vez insinuaba demasiado su abultado pecho y aquellos pezones siempre erectos, y dejaba al aire su vientre plano. Nunca le había importado mostrarse así delante de su amigo Santi.


Empezó a recordar todos los momentos que habían pasado juntos, los modelitos que llevaba en verano que Santi, por celos de las miradas de los tíos, siempre censuraba, el traje anime que llevaba cuando se conocieron, y acudieron a su mente las imágenes eróticas de su colección y las masturbaciones con los vídeos, imaginando que los actores eran ellos, y sintió la pulsión. No pudo resistir más y algo se rompió en su mente. Cris lo miró a los ojos tímidamente y no reconoció a la persona que tenía delante.

Santi la trajo hacía sí y la besó. Ella intentó apartarlo pero le fue imposible apartar esos casi 120 kilos de encima.


— No Santi, por lo que más quieras, noooo— balbuceó ella casi sin aliento. Santi estaba fuera de sí. La cogió en volandas, la estiró en el sofá y le arrancó la ropa, dejando al descubierto ese fantástico cuerpazo con el que Dios la había agraciado. Ella, vencida y desolada apenas forcejeó, y aún así, Santi la forzó, porque así sentía un placer desconocido hasta ahora que multiplicaba el placer por tres.


Se corrió ante la visión que tenía delante, pero eso no disminuyó su erección.

Se bajó los pantalones y la penetró. Las embestidas eran muy violentas pero Cris no decía nada, le suplicaba con la mirada que parase, que la dejara tranquila, y esa mirada directa aún le ponía más cachondo. Notaba la humedad de ella mientras la embestía, le apretaba los pechos con fuerza y le mordía los pezones erectos. Ella gemía de dolor y Santi se volvía loco.


— San....ti.... no....

— ¡Cállate puta!

— Por.... favor....

— He dicho que te calles, joder— la cogió por el cuello y apretó, y apretó, hasta que cesó toda resistencia. Si con el pequeño forcejeo inicial Santi se había puesto cachondo, con la pasividad del cuerpo inerte de Cris aún se puso más cachondo, hasta que no puedo aguantar más y se corrió dentro de ella, la mejor corrida de toda su vida. Permaneció encima de ella un buen rato y cuando se incorporó se dio cuenta de lo que había hecho.

— ¿Cris?, ¿Cris? Dios mío, pero que he hecho, ¡que coño he hecho!— le cogió la mano y al soltarla cayó sin vida en el sofá. Empezó a marearse y se le nubló la vista. Las náuseas asomaron y empezó a temblar.




-5-


Salió huyendo de la casa de Cris cargado de remordimientos. No entendía que narices le había pasado, estaba sentado con Cris acurrucada en su regazo y de repente se vio sujetándole su mano inerte.


— ¡He matado a mi única amiga, he asesinado a mi Cris!— no estaba seguro de que continuara con vida, le palpó el pulso en la carótida, como en las películas, pero él no sabía de esas cosas. Lo único que se le ocurrió fue huir del lugar. Si estaba muerta culparían a Luar y.... oh, no, ¡mierda! su mente recordó un pequeño detalle, eyaculó dentro de ella y no usó preservativo, había dejado un rastro de ADN por todo su cuerpo. "Tranquilo Santi, nadie te ha visto entrar ni salir", intentaba autoconvencerse.


Llegó a casa y se acostó, intentando dormir, pero le fue imposible, a su mente acudían una y otra vez los sucesos que habían ocurrido con Cris, y sentía remordimientos, sensación de culpa pero también sentía placer y hasta noto el inicio de otra erección. Llorando se tomó 2 pastillas de Diazepam de 10 miligramos y una de Orfidal de 2 miligramos para poder dejar de pensar y dormir.

Se despertó a las 17:12h de la tarde pensando que todo había sido una pesadilla. Cuando tomaba medicación para poder dormir se despertaba sin saber muy bien dónde estaba ni quien era. Pero enseguida volvió a la dura realidad cuando vio los arañazos que tenía en los brazos y en la cara.

Se levantó y puso el canal de noticias local a ver si había alguna información al respecto, pero todo eran las mismas noticias aburridas de siempre. "Quizás no la maté, igual disfrutó del sexo, al fin y al cabo se dejó" pensaba Santi. La llamó al móvil pero no lo cogió. "Bueno, no es nuevo, muchas veces no oye el móvil". Cogió la moto y se dirigió a su casa, pero pasó de largo, no se atrevió a llamarla.



-6-


Pasaron varios días sin noticia alguna, y Cris seguía sin cogerle el móvil. "Está enfadada conmigo, nuestra amistad se ha ido a la mierda". Volvió a su casa y se encontró por las escaleras a Danays y su hija que volvía del colegio.


— Hola Tanti— dijo la niña y después le sonrió. Santi se deshizo ante esa niña tan dulce, pero no pudo evitar fijarse en su trasero y en su incipiente pecho. "Pero que coño te pasa Santi, ¿es que no aprendes?". Siguió subiendo hasta su piso y se estiró en el sofá.


Al cabo de una media hora llamaron al timbre. Santi se sobresaltó. Si era Cris, ¿qué le diría?, o peor, ¿y si era la Policía?. Se acercó sigilosamente a la puerta y miró por el visor. "Ufff, menos mal", era Danays y su hijita. Abrió la puerta.


— Hola Santi, peddona que te moleste mi amol, me ha surgido un contratiempo y tengo que ir al hospital, mi mamá ha empeorado del cáncer, yatusae, y no quiero llevalme a Yureni, ¿te impolta si te la dejo un ratito si no tienes nada que hacel?

— Si, cla...claro Danays, marcha tranquila, no... no te preocupes— entonces miró a la niña —Me quedo con esta niña taaaan guapa— y le guiñó un ojo. La niña le regaló una de sus tiernas sonrisas que te robaban el corazón.

— Aaaay gracias mijo, me haces un favol muy grande, amol.

— No te preocupes, para eso estamos los vecinos. Hola Yureni— era la primera vez que oía el nombre de la niña.

— Hola Tanti, ¿jugarás conmigo?— "Y tanto que jugaré contigo"— Claro Yureni, pasa que tengo juegos en el salón. Pierde cuidado Danays, yo me encargo de Yureni.

— Gracias mi amol, te debo la vida.


La niña pasó al salón y se estiró en el chaise long. Santi cerró la puerta con doble vuelta de cerradura. Se acercó a Yureni y se sentó a su lado.


— ¿A que te apetece jugar?, mira ahí debajo de la tele en el armario tengo unos videojuegos, elige el que quieras— La niña se levantó y se agachó a mirar los juegos. Iba vestida con unos leggins negros y un vestido de tirantes rosa con minifalda. Llevaba unos zapatos a juego y unas trencitas muy graciosas.


Santi, sentado en el sofá no podía evitar mirar el trasero de Yureni, y su mente enferma empezó a imaginar cosas mientras sufría una leve erección.

Yureni eligió uno de los juegos y se lo enseñó a Santi, que asintió, y ella misma lo puso en la videoconsola y se sentó al lado de Santi. Se pusieron a jugar pero Santi solo podía mirar a la niña de reojo, sentir su olor, mezcla de colonia barata para niños y olor a chucherías. La niña estaba sentada al lado de Santi pero en contacto con él, lo que hizo que Santi empezara a notar el cosquilleo peculiar en su miembro. Cuando la niña ganaba una partida se tiraba encima de Santi para abrazarlo emocionada y Santi cada vez podía evitar menos la erección. Yureni se cansó del juego y se levantó a mirar otro. Santi ya no podía más. Yureni seleccionó otro juego del armario y se lo enseñó a Santi y al mirarlo notó algo raro a lo que no le dio mucha importancia... esa mirada vacía, sin personalidad. Santi notó de nuevo una pulsión como en casa de Cris.


Cogió un pañuelo palestino que había en el sofá y se lo ató a Yureni en la cara, tapándole la boca. La pobre niña se quedó perpleja, no entendía nada. Se le cayó el juego al suelo y de repente se vio estirada en el chaise long. Santi le arrancó el vestidito y los leggins y no pudo reprimir una sonrisa babosa al ver el cuerpecito desnudo e imberbe de la niña. Le forzó las piernecitas y la penetró con violencia. La niña chillaba y lloraba, intentando escapar, pero no podía. Las embestidas de Santi eran tan violentas que la niña se golpeaba la cabeza contra la pared. Su flor martirizada sangraba a borbotones. Se desmayó.

Cuando Santi llegó al clímax se corrió dentro de la niña y se quedó un rato encima de ella, como hizo con Cris. Al cabo de un rato se levantó y se quedó de pie mirando el cuerpo de la niña. “mmm... ahora la penetraré por el culo”. Santi cogió a la niña como si fuera de papel y le dio la vuelta mientras se echaba encima de ella y frotaba su miembro contra el trasero de Yureni. Cuando recobró la erección la penetró hasta volver a correrse. Al cabo de un rato la niña había recobrado el conocimiento y sollozaba con la cara contra el respaldo del sofá, sin atreverse a moverse. "¿Que hago, que coño hago?, esta mocosa me va a delatar. He de solucionar esto de alguna manera, ¿pero cómo?"

Santi se acordó de una colección de fotos y vídeos snuff que se descargó hace años y entendió lo que tenía que hacer. Santi entró en la cocina, cogió el Santoku y se dirigió al salón. La niña seguía sollozando, inmóvil. Sintió una mano en su pequeño hombro que la obligaba a girarse hacía él... esa mirada... Se quedó un rato mirándola, la abrazó y le revanó el cuello.



-7-


De pie en el centro del salón pareció volver lentamente en sí, como cuando se despertaba después de haber tomado medicación para dormir, y algo se le cayó al suelo. Bajó la vista y vio el santoku tirado lleno de sangre. Miró al sofá y la visión le horrorizó.


— Dios mío, ¿pero que he hecho?, ¡soy un monstruo!— y empezó a llorar. Se golpeaba la cabeza y se intentaba sacar los ojos, estaba totalmente fuera de si. Volvió a mirar a la niña, ensangrentada.


Llamaron a la puerta repetidas veces y de manera insistente, pero a Santi le parecía un sonido lejano, hasta que dejó de oír lo que sucedía en su entorno, sólo él y la niña, nada más.

La Policía destrozó la puerta y entraron varios agentes. Lo empujaron al suelo con las manos en la espalda mientras otro le inmovilizaba la cabeza con la rodilla contra el suelo. Ni siquiera los agentes, acostumbrados a todo tipo de viles actos pudieron soportar la visión de la pequeña Yureni desnuda, violada y degollada.


Mientra bajaban detenido a Santi, la vieja del 4º, que se asomó tímidamente a la puerta de su casa, la que había llamado a la policía al oír los gritos, le dijo.


—A mi nunca me engañaste, sabía que tenías algo malo en tu interior, pero claro, a la vieja loca chafardera nadie le hace caso. Lo que sea que ha hecho este demonio se podría haber evitado.


Santi la miró con esa mirada. La vieja se asustó tanto que se metió en su casa y cerró la puerta con todos los pestillos.



Y es que hay gente a nuestro alrededor, el vecino del 5º, el panadero, la frutera, el profesor de nuestros hijos, de los que nunca podremos estar seguros de las intenciones que ocultan.



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