AMALGAMADOS


CICLISTA


De profesión taxista, era de aquellos que creen que son los dueños de la carretera por estar 12 horas diarias al volante. Hacía pirulas a diestro y siniestro, y sobre todo, disfrutaba jodiendo a los ciclistas, cortándoles el paso, haciendo adelantamientos arrimando su taxi al ciclista, poniéndose delante y frenando de golpe, y un largo etcétera, actos propios de un asesino en potencia.


Su hijo, futuro heredero del taxi según los deseos de su padre, desde niño mostraba preocupación por la contaminación y el medio ambiente, así que decidió abonarse al servicio de bicicletas municipal de la ciudad para ir a la universidad, bajo la negativa dictatorial de su padre. Llegaron a un pacto: no hablar de bicicletas en casa.

Un buen día, circulando por una gran avenida, en uno de esos lances despreciables, un ciclista, se incorporó al carril bus/taxi porque tenía que girar a 20 metros en la siguiente travesía, y aquí vio su oportunidad: "un ciclista invadiendo mi carril", pensó. Se puso a su lado y lo echó del carril bus/taxi, partiéndose de risa y sacando el dedo por la ventanilla.


Aquella tarde su hijo no volvió a casa, un desalmado había echado de la carretera a un ciclista que iba a la universidad, con tan mala suerte, que fue a parar a una zanja en obras y se clavó una vara de hierro de un encofrado en el pecho, muriendo en el acto.


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