AMALGAMADOS

► TREN AMARILLO

-Secuencia 1-

Estoy en la terraza jugando con mi tren amarillo. Tengo más juguetes pero siempre juego con el tren, me gusta mucho. Entonces llega él.

Siempre llega a casa borracho, pero hoy viene más borracho que de costumbre. Mi madre se pone tensa. Él se dirige hacia ella, la coge por el cuello y tras unos segundos asfixiandola, le propina un rodillazo en el vientre. Ella cae al suelo, y sujetándose el vientre, se hace un ovillo, quizás a la espera de recibir más golpes. Él me mira y viene hacia mi. Su figura es imponente, o tal vez mi visión infantil, sentado en el suelo y muerto de miedo la magnifica. Coge mi tren, lo parte por la mitad y lo tira a mis pies. Me mira fijamente y sonríe, se da media vuelta y se acuesta a dormir la mona.

Al día siguiente se disculpa, como siempre, con flores para mi madre y a mi me lleva a una tienda de chuches. Mi tren amarillo sigue roto.

Mamá me despierta de madrugada; yo quiero dormir. Recoge varias cosas de mi habitación y lo guarda en una mochila. Me saca de la cama, a oscuras, sin hacer ruido. En la puerta hay dos maletas, ¿nos vamos?, ¿que dirá papá?.

Nos vamos en coche muy lejos, a una casa con otras mujeres como mi madre y con otros niños como yo. Me pone agua oxigenada en el pelo, ahora soy rubio. Ella se corta el pelo y se ha puesto pantalones; qué raro, siempre ha usado falda. Ya no me llamo Raúl, ahora soy Antonio y mi madre es Araceli.

-Secuencia 2-

La profesora de matemáticas me tiene manía, siempre me suspende. Ha aparecido rota la puerta del trastero del colegio, donde guardan las herramientas y todo lo que se rompe y no para de mirarme, creo que sospecha de mi, pero yo no he sido. Acaba la clase antes de tiempo.

— Se que el culpable está en esta clase, así que si confiesa voluntariamente no habrán represalias— me mira. Nadie dice nada.

— Muy bien, pues. ¡Antonio, ven conmigo!.

Me lleva a dirección y me expulsan 2 semanas. Llaman a mis padres, aunque solo viene mi madre, que salió llorando del despacho.

— Aaahhyyy, hijo, no se que voy a hacer contigo.

— Yo no he hecho nada, mamá.

— Ya hijo, ya, por eso lo digo…

-Secuencia 3-

Estoy con unos colegas del barrio. A mi madre no le gusta que salga con ellos, dice que no es buena gente y que acabaré mal. Yo no lo creo, es solo que no los conoce como yo.

Hemos ido a un supermercado con Alberto, que es mayor y le venden alcohol.

Estamos en un descampado al que vamos mucho a beber y a fumar porros. Paco, al que llamamos “gordo” se ha traído la pistola de su padre, que es policía. Disparamos por turnos a unas botellas vacías y unas latas. Ahora la tiene Miguel, el “chino”, que tiene muy mala leche. Apunta contra nosotros y nos acojona; le gusta acojonarnos siempre, pero es de broma.

Aparece un yonqui de detrás del montículo de basura donde estamos y nos increpa. Nos dice que hacemos mucho ruido y que nos vayamos de su casa. El “chino” le apunta y se mete con él, le gusta acojonar a la gente. Sin querer se le dispara el arma y mata al pobre diablo. Se queda paralizado y suelta el arma. Salimos corriendo.

Por la tarde viene la policía a casa y me detienen. Mi madre intenta evitarlo y pega a los guardias llorando, se cae, y se queda tirada en el suelo sollozando. Pobrecita.

Me meten en una celda muy pequeña que huele a orines y me dejan encerrado hasta el día siguiente. Me liberan y como soy menor tengo que ir a servicios sociales con mi madre a unas charlas que son un tostón. Al “chino” lo han metido en una cárcel para menores. Al padre del “gordo” lo han inhabilitado.

-Secuencia 4-

Es viernes y vamos de fiesta al Spectra. Como ninguno tiene coche afanamos uno facilito, un Toyota Yaris de los primeros que salió. Conduce el "gitano".

La discoteca está a tope de cola y nos cuesta entrar, pero lo hacemos colándonos los primeros. Nadie osa decir nada. Dentro buscamos nuestro sitio de siempre. Está ocupado por unos niñatos a los que echamos sin problemas.

Después de cuatro cubatas nos animamos y salimos a la pista a bailar, bueno, yo a hacer el gilipollas con el "medra". El "petas" ve a una chica despampanante bailando provocativamente, y está sola. Se lanza a bailar con ella. A la chica le va la marcha. Frota su tremendo culo contra la cebolleta del “petas” y perrean un buen rato. Él le coge el culo y lo aprieta hacia sí.

Entonces aparece su novio, ¿tiene novio?, ¡que zorra!. Increpa al "petas", lo empuja, el "petas" le vacila, llegan tres colegas del gallito y el "petas" coge un botellín de una mesa cercana y lo enarbola, mientras con la otra mano hace un gesto de "venid, que hay para todos". Nosotros vamos en ayuda de nuestro amigo y sin saber muy bien cómo se ha montado una trifulca del copón. Se ven sillas volar, gente corriendo, chicas gritando, pánico. No tardan en aparecer los gorilas de seguridad.

— ¡Vosotros otra vez!

El "petas" se gira y arrea en la cabeza a uno de los gorilas con la botella pensando que era uno de los colegas del gallito. Está tirado en el suelo y sangra por la cabeza. Salimos corriendo demasiado tarde. Oímos sirenas, la poli ya está aquí, ¡joder que rapidez!, nos subimos al coche. Nos han visto y nos siguen. El "gitano" conduce de puta madre pero estos cabrones cada vez conducen mejor. Nos metemos por un callejón contra dirección y aparece un coche de frente.

— ¡Que mierda hace este por aquí a estas horas, joder!

El “gitano” da un volantazo para esquivar al coche y nos despeñamos por unas escaleras que bajan a la calle de abajo, con tan mala suerte que nos llevamos por delante a una pareja que estaban sentados dándose el lote. Creo que los hemos matado.

— ¡Policía, quietos, no os mováis!.

Todo acaba. Nos sacan del coche, nos tiran al suelo y nos esposan mientras nos inflan a patadas y puñetazos. Nos cachean y sacan la faca albaceteña del "gitano", varias bellotas de hachís, unas bolsitas de maría, la pipa del "medra", y del maletero dos bates de beisbol. Siempre los llevamos porque hay gente mala por ahí y nunca se sabe como puede acabar la noche.

Al "gitano" le caen cinco años y medio por asesinato involuntario, y al resto nos caen dos años y tres meses de cárcel por algo de no se qué de posesión de estupefacientes, armas blancas, armas de fuego, coche robado y, como tenemos antecedentes todos, pues pringamos.

-Secuencia 5-

De esta tarde no pasa, ya me lo han advertido, así es la ley de los presidiarios, anárquica. No se donde será, si en el comedor, en la biblioteca... casi seguro que será en las duchas.

Mi compañero de celda acaba de salir rápidamente. Aparecen en la puerta tres matones del "Rumano" sin muy buenas intenciones. Entran a apresarme, cojo el calcetín con las pastillas de jabón dentro y les arreo a los tres hasta que se quedan inconscientes sangrando en el suelo. "¡Pelea, pelea!" se oye fuera. Aparecen rápidamente los guardias y me arrastran a la celda de castigo, propinándome patadas y ostias por el camino.

-Secuencia 6-

No ha servido de mucho defenderme. Algún funcionario corrupto ha dejado entrar en la celda al "Rumano" y a dos más y después de darme una paliza me han violado por turnos. Se han ido y el funcionario corrupto ha cerrado la puerta sin molestarse en avisar a enfermería. No va a haber jabón suficiente para ti si pillo quien eres, cabrón de mierda. No quiero seguir aquí dentro, no quiero.

Mi madre ya no viene a verme, está muy ocupada con su nuevo novio. ¿Tan mal hijo he sido?

-Secuencia 7-

Hace unos días que he salido de la celda de castigo. Me duele todo. En la enfermería me hacen un chequeo, dicen que estoy bien, ¿en serio?. Me hacen una analítica.

Vuelvo a mi celda. En la puerta me recibe el "Rumano" y otro más. Yo me tenso, pero solo me miran sonriendo.

Cuando entro veo que han cambiado a mi compañero de celda, ahora es uno de los secuaces del "Rumano".

Esta noche me han cogido entre varios y me han inyectado heroína. De paso me han vuelto a violar. No quiero seguir aquí.

-Secuencia 8-

Me han rebajado la condena y me dejan libre. En prisión he aprendido a hacer un butrón, a abrir cajas fuertes y cerraduras, he aprendido técnicas de fuga e ingeniería social. Pero también he salido heroinómano, me han violado varias veces, me han roto varios huesos, tengo miedo a los espacios cerrados, psicológicamente soy un despojo: no dejo de tener pesadillas, oigo voces que me atormentan y estoy muy irritable. Y además tengo VIH y he de medicarme de por vida con una medicación carísima que no me puedo permitir.

Ahora soy libre, pero yo ya no quiero seguir aquí.

-Secuencia 9-

Estoy aquí, ahora, subido a la barandilla del puente de Sant José Mártir. Pasan trenes por debajo; siempre me gustaron los trenes, de pequeño quería ser maquinista...

Hay gente que me grita "no lo hagas", ¡ellos qué sabrán!

Ya no quiero seguir aquí.

Por la via 2 se acerca un tren, ¡es amarillo!, de pequeño tenía un tren amarillo, era mi juguete preferido.

Me preparo. Dicen que cuando vas a morir tu vida pasa por delante tuyo como si fuese una película.

Esta ha sido mi historia.

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