HISTORIAS DE LUCHA OBRERA

Cocina: El tercer mundo



A estas alturas, todo lo que se diga de Marcos se queda corto.

Marcos ya está hasta las narices, siendo finos, de algunos "i"responsables de servicio, que más que responsables parecen señoritos en su cortijo.


Estaba tan tranquilo en su despacho escuchando Rat-zinger cuando apareció un pobre hombre, cocinero, preguntando cada cuanto dan calzado. Había entrado a currar hacía 7 meses y aun nadie le había hecho entrega del calzado de seguridad, por lo que se lo traía de casa, de otros curros que tuvo, pero estaba en tan mal estado que se filtraba todo al pie. Realmente el calzado estaba roñoso, rajado, lleno de agujeros, y era peligroso para las funciones que desempeñaba.


"Tranqui" se dijo a sí mismo, y le explicó como funcionaba. Este chaval le dijo que llevaba demandando el calzado 3 meses. Marcos se iba poniendo cada vez más nervioso. De paso le comentó que no tenía guantes anticortes, y la gota que colmó el vaso fue cuando le dijo que había otro chaval como él, que se traía unas bambas de tela de casa. Marcos, que no quería líos, no pudo más, y encima la música no ayudaba, sonaba el estribillo del tema "no habrá piedad para nadie", y se vino arriba.

Salió como si hubiera un incendio, despotricando en arameo, hacia el despacho de la "i"responsable de las galeras (porque más que una cocina, aquello parecía la archiconocida sentencia romana). Rezó por que no se encontrara en su despacho, como era habitual, porque iba calentito y en este estado perdía los papeles. El azar se alió con la mala suerte e hizo que estuviera en su despachito de mierda.


— ¡Oye tu!, acabo de ver a un trabajador con un calzado que da asco. Me ha dicho que lleva tiempo reclamando. O le das calzado YA o yo mismo lo mando para casa por hallarse trabajando en condiciones adversas, ¿te enteras?, así que ya estás levantando el culo del asiento o te hago un comunicado de riesgos que vas a ir presa, tu misma.


Lo del trato de "Usted" a un superior y esas milongas ya hacía tiempo que se lo pasaba por el forro, y como ya era perro viejo, siempre grababa las conversaciones con sus superiores "de raza o de estirpe" cómo el los llamaba, y también con sus "paladines", esos peones que la Empresa usaba para hacer el trabajo sucio.


Cuando regresaba a su despacho se cruzó con el técnico de prevención, y se lo comunicó. Enseguida fue a hablar con ella, era algo muy grave.


Ya en su despacho, siguió haciendo sus cosas. Ahora sonaba "Rock'n'roll terror", se relajó.

Al cabo de un rato sonó el telefobo, era su jefe que lo llamaba al despacho. Ya daba por hecho que esa "i"responsable iría a llorarle porque son todos/as iguales, van muy de chulitos/as en su cortijo, pero cuando aparece Azarías con su Milana bonita, se cagan.


Mientras subía al despacho ponía el móvil a grabar.

Entró sin llamar y se sentó sin permiso en la silla, lo que venía siendo habitual ya.


— Me ha llegado por parte de Mari un grave caso de acoso por tu parte, ¿qué tienes que decir?


"¿Quien me mandará a mi?" pensaba mientras oía de fondo la voz de su jefe diciéndole que eso era acoso y que le abrirían una comisión.

Sentado, ausente, frente a su jefe, cada vez oía más flojito aquella voz acusadora, hasta que poco a poco dejó de oírla, momento en el que se levantó y se fue de allí.


— ¡Aun no he acabado!— replicó su jefe.

— Me da igual— se olló a lo lejos. Ya había salido y bajaba las escaleras.


Evidentemente, aquella penca había exagerado infinitamente el relato. Como mucho era una falta menos leve por falta de respeto a un superior.


"Que me abran una comisión si se atreven, que nos vamos a ver en los tribunales por injurias y calumnias, y encima me van a tener que indemnizar porque 'misteriosamente' me va a dar tal ansiedad que voy a tener que recluirme en casa porque me va a dar miedo salir a la calle y todo del disgusto" pensaba Marcos con su habitual media sonrisa, mientras bajaba las escaleras hacia su despacho. Allí sonaba "Tenéis speed".


Al final, como siempre, los fanfarrones empresariales abundan, y por la boca muere el pez; y estos morían siempre.

Pero el caso es que no llegó a 5 días, que tanto el chaval que fue a quejarse a Marcos como el otro, tuvieron su calzado nuevecito, y sus guantes anticortes.




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